Sísifo
Es la forma que ellos tuvieron de expandir las bondades divinas. Por el sólo hecho de dejar la iglesia había que recibir la muerte. Fuera de la iglesia no hay vida y dentro hay que carecer de toda sensibilidad humana, como lo vamos viendo a lo largo de nuestra propia existencia, que no es la de ellos; ellos la tuvieron de las formas divinas que dios siempre les dio. Veamos una de sus muchas perlas literarias religiosas:
“Los comunistas y anarquistas son hijos de Caín, fratricidas de sus hermanos, envidiosos de los que hacen un culto de la virtud, y por ello lo asesinan y los martirizan, y no pudiendo acabar con dios ni con Cristo, sacian su odio en sus imágenes, en sus templos y en sus ministros, y gozan con el asesinato, el saqueo, con la destrucción y el incendio”.
La luz intelectual que escribió estas líneas se llamaba cardenal Pla y Daniel. Pero para el que estas líneas garabatea ese individuo era o un cretino sin escrúpulos de los muchos que siempre tuvieron, o un imbécil impropio para salir a la calle. Ya hemos mencionado, en más de una ocasión, que esta gente tiene una mente sumamente especial, tanto los de arriba como los de abajo. Los unos para mentir y engañar permanentemente a sus fieles, los otros para aceptar estas barbaridades repetidas hasta la saciedad porque son incapaces de expresarse de forma simplemente humana. A mí me importa un pepino ser hijo de Caín o de Jesús, ya que los dos fueron producto de la gran mentira que la religión es. Pero en ellos tiene un significado sumamente terrible sin que se nos diga el por qué dios permitió tal cosa, como bien sabemos la cantidad de millones de otras que haya permitido, ya que se nos dice que sin su permiso nada se puede hacer, pero esto es cuando a ellos les interesa, cuando es lo contrario entonces nos dicen que es la maldad humana que lo hace, a lo que le tenemos que repetir que se hace con su consentimiento.
Pero en el caso presente, como en otros muchos, aparte de la repugnancia que nos produce, da angustia de leerlo por la pobreza que lo sustenta. Que nosotros fuésemos fratricidas de quienes nos traicionaron y apuñalaron es algo tan estúpidamente falso que no sabe uno como considerarlo en la baja escala de lo despreciativo. Se nos viene a hacer saber que como no podemos terminar con dios ni con Jesús quemábamos sus imágenes y catedrales. ¡Pobre diablo! No fue capaz de encontrar algo más elevado que esto fuese en su bajo y mistificador lenguaje. Parece que gozan cuando descienden y cuánto más bajos son mejor encuentran el lugar para ellos adecuado. Pla y Daniel no fue nunca una lumbrera entre ellos, el pobre usaba velas por carecer de electricidad. Es de ahí que aquí se expresara de forma tan oscura como estúpida.
En ellos siempre se podían esperar palabras o hechos de esta misma especie, otras no podían estar, era como si hubiese habido en ellos un desarrollo biológico diferente al de los demás, pues todos ellos han dicho y hecho siempre las mismas barbaridades, los mismos crímenes. Madrid, el Madrid de ¡Viva Madrid sin gobierno!, les sacó la lengua, les enseñó los dientes y les hizo morir de rabia, de impotencia para sus calles pisar. Cuando ya no quedaba nada con que batirse ni echar a la boca, esas miserias humanas ensuciaron sus dignas calles. Pero encontraron el mismo desprecio y las ventanas cerradas les mostraban que el cariño que le tenían siempre continuaba siendo el mismo, no lo ocultaban, lo manifestaban clara y dignamente; y que no podían hacer otra cosa, le cerraban sus casas y su corazón, que siempre fue fiel a lo que voluntariamente había decidido. Madrid, aquel Madrid en el que luchaban mujeres, niños y ancianos, si ya no tenían armas ni que comer, sí conservaban la dignidad que de siempre habían poseído y, al cerrarles sus puertas y ventanas, le manifestaban el DESPRECIO que desde siempre les habían inspirado, ayer con las armas, hoy con el corazón de protesta.
Al frente de las tropas que enlodaron las callen de Madrid iba un franciscano di larga barba, que mirando hacia las ventanas amenazaba hacia aquellas ventadas que les escupían en el rostro. Él llevaba el arma de la bestia inmunda que ellos eran, los que detrás de las ventanas estaban tenían el derecho y la dignidad para los bárbaros desconocida. Si Madrid, aquel Madrid que tantas noches mal nos haría pasar por el temor a que no pudiese resistir a la bestia inmunda, aquel Madrid del que continuamente hablábamos como si junto a nosotros estuviese les resistía y depreciaba hasta después de ser vencido. Los hijos de Torquemada regresaban después de larga ausencia. Rompieron Madrid pero no lograron doblarlo, se mantuvo tieso dentro de la inmensa tragedia que le aportaban todos esos hijos de dios que, con metralletas, seguían queriéndolo someter. Tiempos lejanos pero que sus reflejos de digna actitud nos acompañaran mientras que por la vida nosotros acompañados estemos.
Mientras diré que la sucia pezuña, que la suya era, motivara repugnancia e indignación por la negatividad a todo derecho y valor humanos. George Orwell, recién llegado a Cataluña, encontraría un pueblo que quería ser LIBRE en todos los aspectos de la vida. La diferencia entre humanos desaparecía para dar paso a un mundo nuevo donde los seres pudiesen mirarse sin miedo y sin odio, donde la sencillez de la igualdad impedía la soberbia despreciativa que en el pasad,o seres sumamente mediocres, sin alturas culturales o humanas, habían impuesto. E1 viejo mundo, lleno de lacras e indignidades, dejaba paso a una aurora en la que el ser humano pudiese encontrar los libres caminos de un humanismo sin el cual no hay medio de poder dignamente vivir. Pero este digno vivir nunca por ellos fue aceptado, no había, en sus mentes primitivas e inquisidoras, espacio para esas lógicas necesidades. Para ellos el sonido de las simples y naturales palabras de lógica, razón, libertad, derecho, etc., les era insoportable por lo que en sí ella sustentaban de concepto digno y humano. La Iglesia, esa colectividad nefasta y depredadora, nunca aceptaría nada que de su dios no saliese, y larga experiencia tenemos de lo que de ahí podíamos esperar, a los demás nos negaba todo aquello que a nuestra integridad competía. Este mundo dantesco, al que ellos siempre nos condenara, ha motivado el viejo rencor que hacia ella siempre hubo al ser ella el eterno enemigo que en el camino de la libertad teníamos que encontrar y que nunca dejaría de estar junto a quienes nuestra esclavitud aportaba. NO, la demagogia sola no vale, hay que aportar un tanto de veracidad por mucho que os cueste, ya que a ella nunca estuvisteis acostumbrados y es algo que os es insoportable.
La desgraciada historia de nuestro país está marcada por el mal olor del incienso, la estupidez del altar y la detestable presencia del depredador de sudores humanos que desde siempre los de abajo tuvieron que sudar. Hay en la vida de los pueblos algo que les debería hacer meditar, aunque bien sabemos lo difícil que para ellos esto es. ¿Por qué los pueblos que se levantan en sus luchas por la libertad encuentran en la Iglesia su primer objetivo a destruir? Es algo de instinto, no se necesita que nadie lo mande, es algo totalmente natural en las necesidades que la libertad induce en el individuo que de siempre esclavo de la Iglesia ha sido. Ellos de siempre han considerado que con la palabra dios lo tenían todo solucionado, y que en su nombre todo les estaba permitido hacer, pero les era insoportable que en momentos de explosiones de los pueblos tuviesen ellos que ser los primeros a sufrir las consecuencias, no han sido nunca capaces de comprender que aquellas tempestades que quemaban algunos de sus edificios, eran el producto de lo por ellos sembrado a lo largo de su existencia. Se dice que no hay efecto sin causa, y ellos tienen mucha necesidad de mirar las causas que de siempre sembraron. ¿Cómo de buena simiente recogían mala cosecha?
La Iglesia, que era la responsable de nuestras desgracias, nos insultaba con todos los calificativos que tan naturales siempre le fueron, incapaces de comprender lo que en sí eran y que deberían motivar nuestro repudio. Nos llamaban hijos de Caín sin que se nos dijera el por qué tenía que traicionar un hermano a otro, creaciones ambos de la perfección, que según ellos es su Dios, con el permiso de su padre. Ellos nunca han tenido un buen momento de sana meditación, no les es necesaria, con la vieja jerga, que bien sabemos fue la suya, el hecho en sí está ahí, lo mismo que cuando el hijo le dijo: “¿Por qué me has abandonado?”. Si entre ellos siempre han tenido esa conducta, no es la que a nosotros nos corresponde, que de siempre les dijimos nuestro sentir y hacer. Ellos siempre carecieron de valores éticos porque según ellos no los necesitan, era normal que al hacer nosotros uso de ellos, de estos conceptos éticos, ellos se sintieran ofendidos en sus demenciales propósitos. La simple lectura de esa famosa literatura despierta en los pueblos los efectos que más tarde no pueden dejar de soportar. La Iglesia SIEMPRE fue retrógrada, mistificadora, oscurantista, enemiga de nuestra libertad, ansiosa de inquisición y amiga de todos los fascismos de la Tierra, como bien sabemos que ha sido a lo largo de su historia.
Lo que de siempre fue mal para ellos es que se le reprochara su propia conducta, conducta que nunca corrigieron, que la continuaron porque les es imposible tener otra. Porque la Iglesia de los “pobres” ha sido la rapaz más indigna y falaciosa que se puede conocer, porque nos ha sangrado y tiene sus bancos llenos de la sangre a nosotros traidoramente sacada. Los humanos hemos pasado, y estamos pasando, por períodos muy duros sin que JAMÁS ella haya hecho lo más mínimo para ayudar a sus queridísimos hijos. Esa realidad fue la de ayer y la de HOY. No cambian. Hoy, ese Francisco que está en Roma, nos quiere dar la impresión de querer comerse el mundo de intrigas y perversiones que entre ellos siempre hubo. Ya lo veremos un poco más tarde, como él empezaron otros que quisieron purificar la Iglesia. Sería necesario que se nos dijese el por qué hay tanta necesidad de purificar lo que naturalmente puro tenía que ser. No vemos el por qué en la Iglesia tiene que haber tantos crápulas que violan la infancia, roban a dios a y su madre cuando todo ello por propia naturaleza les debería estar impedido ¿Por qué dios se hacen cómplice de tantas inmoralidades como ellos cometen? Ya lo hemos dicho muchas veces, la Iglesia no puede estar predicando lo que bien saben que no harán. La vida clerical es una eterna mistificación, mienten más que hablan y no sienten ninguna clase de remordimiento en una conciencia que parece inexistente, ya que todo lo negativo que de ellos se desprende ella lo acepta.
Ya hemos mencionado la cantidad terrible de HECHOS que ellos mismos no han podido dejar de reconocer que los han dicho y los han hecho, pero siempre regresan al mismo punto de partida: La ausencia TOTAL de valores éticos en ellos les permite este hacer lleno de sangre y lodo. Porque aquí no estamos hablando y empleando una jesuítica dialéctica como ellos hacen, aquí están DICHOS Y HECHOS por ellos reivindicados que demuestran la integridad que los constituye. No tenemos necesidad de hacer uso de nuestras razones, solamente exponiendo lo por ellos dicho y hecho queda demostrado lo que son. Por muchas gesticulaciones y barbaridades que digan ahí queda la realidad de sus hechos. ¿Por qué los hacen? ¿Por qué no hacen otra cosa más digna y humana? ¿Qué y quién les prohíbe a ellos respetar a los demás seres humanos? ¿De qué forma consideran que pueden demostrar toda la demagogia siempre empleada? Necesitamos HECHOS, pero hechos dignos que respetables puedan ser y ellos nunca los tuvieron. ¿Es qué le son desconocidos?
Frente a tanta falacia, siempre bañada en sangre del pueblo, no podía haber en éste sentimientos de cariño hacia quiénes jamás este sentimiento habían empleado. Nuestro país necesitaba una transformación que dignos nos hiciera, y la Iglesia siempre fue quién más ferozmente a todo este proceso se opuso, no solamente en nuestro país, sino por toda la superficie de la Tierra. No ha habido un trozo de esta en el que ellos no hayan tenido la posibilidad y que el pueblo pudiese efectuar la liberación moral y humana a la que derecho tenía. Sí, la Iglesia siempre se opuso a ello, y nos presentaba siempre la misma y sangrienta imagen que para los pueblos reservaba, no podía esperar otra cosa que en pequeña escala le sucedió.
Que no sean tan falsos y jesuitas, que nos eviten de espectáculos tan poco dignos como el que hicieron en Tarragona. Pero esto es pedirle peras al olmo, ellos nunca podrán dar lo que jamás han conocido. No podemos tener esperanzas de esperar cosas lógicas de ellos, nunca las demostraron. No fue la conducta del pueblo lo que ellos han tratado siempre de hacer creer y que los ingenuos de buena fe lo aceptan, pero lo que sí es una realidad fue lo que normalmente se decía: ellos se lo han buscado. Ellos habían despreciado, esclavizado y degradado al pueblo tanto como posible les fue, nunca remordimientos de conciencia tuvieron y pedían que para ellos todas las consideraciones se tuvieran, porque de todo lo que beneficiarles pudiera dueños y merecedores se consideraban. No pudo haber, ni hay, ni habrá forma humana de humanizarlos, sus creencias divinas los hacen monstruos capaces de devorar todo aquello que en su camino, de bajos y viles mercaderes, se pueda presentar. En su viejo hacer los conocemos y sabemos lo que son y de ellos se puede esperar, no vale la pena que nos saquen a su Jesulín, sacrificado hace ya XX siglos, millones de cristos ellos han puesto en su mistificadora cruz. Que no pierdan el tiempo ni gasten energías para tratar de convencer a quienes mejor que ellos saben lo que SON.
Lo que Casanova nos manifiesta es una realidad que fue manifestada muchas veces por corresponder a lo que en sí la Iglesia venía haciendo desde el siglo IV, en el que Constantino bien sabemos los amaestró para que siguieran el camino que desde entonces ha sido el suyo. Se les acusaba de haber traicionado el evangelio, de fariseísmo, de abandono de los rasgos originarios de fraternidad y pobreza, de estar junto al pueblo. Se les dijo y ha sido repetido muchas veces por corresponder a la verdad. La Iglesia NUNCA ha hecho nada de lo que decían que ellos eran y bajo el manto que se presentaban para todas las revelaciones que aun estamos esperando que nos lleguen y que no han cesado de anunciar.
No era de extrañar que en los conventos se pudie sen encontrar restos infantiles entre muros y rincones. Querían pasar por lo que no eran e intentaban hacernos creer lo que como hombres, como seres humanos, necesitan y lo efectuaban de la forma que se les reprochaba. Como les decían en Barbastro: “no es a vuestras personas las que odiamos, lo que odiamos es vuestra profesión, vuestro hábito negro, la sotana, ese trapo tan repugnante, quitaos ese trapo y seréis como nosotros y os liberaremos”.
Si esa sotana tan repugnante, ese sombrerito redondo y ese vientre bien redondo, con esas manos bien cuidadas y que las tendían para que besadas fuesen por aquellos que en las puertas de la iglesia pedían una limosna en nombre de dios. Si todas esas imágenes y conducta la hemos vivido, no se nos olvidan y es por eso que comprendemos que el fuego purificador hiciera pacto en esos antros de ignominia y esclavitud. Ellos han podido quemar a tantos Giordanos Bruno como han encontrado en sus historia, pero ellos se han considerado intocables, nadie han considerado que podía alzar sus ojos hacia las alturas de la justicia del pueblo.
Es muy difícil que el instinto del pueblo se equivoque cuando de conocer al enemigo se trata. No se hace por capricho, y lo vimos en cada momento y ocasión en que libertad tuvo para expresar sus deseos. En los antiguos regímenes comunistas siempre sería el local del P.C. el que soportaría las consecuencias y bien vimos que fueron los picos y mazas del pueblo las que destruyeron el muro de Berlín, símbolo indignante de eso que comunismo se llamaba. No pudieron ocultar el placer que les producía el poder destruir todo lo que a tal peste pareciese y, hoy, ahí los tenemos en Ucrania, donde la estatua de Lenin fue sido destruida, no por los políticos sino por el pueblo, ese pueblo que en España pudo expresar su voluntad en un momento en el que sus viejos y sanguinarios enemigos querían imponerle aun más argollas. Natural y lógico fue que su respuesta fuese la que fue. Pero claro, bien sabemos que eso no es lo que a la Iglesia le interesaba ni interesa, ya hemos manifestado sus viejos y repugnantes deseos y hechos. Esto si los han encontrado, y encuentran, normales, para ellos siempre tendrá que existir el viejo sistema en el que ellos todo lo dominen. Si en ellos hubiera existido un poco más de valores éticos y humanos, no hubiesen encontrado el desprecio de un pueblo que no solo los ha mantenido, sino que ha debido soportar todas las vejaciones que a ellos les ha interesado. Será muy difícil que con ellos pueda existir un poco de armonía, no son gente que les guste ceder a los demás lo que en realidad les pertenece, conocemos muy bien y sabemos lo que SON Y QUIEREN.
“Cuando todo parezca terminado comenzará el reino absoluto de la fuerza. Y la fuerza de la que se sirve de la Iglesia es la mayor desgracia que puede caer sobre un pueblo cristiano”. (François Mauriac)
Mauriac, como Bernanos y otros más, eran católicos fervientes pero no silenciaron sus voz para protestar contra lo que consideraron era indigno en la conducta de la Iglesia española. Sucedía con estos hombres, como con otros, lo que ya hemos mencionado en más de una ocasión debido a que la Iglesia española siempre fue muy mal valorada fuera de las fronteras por ese sentimiento retrógrado e inquisidor que de siempre el suyo fuese. Y del que incluso en la actualidad no se quieren desprender, ya que compone su interioridad, los constituye y no PUEDEN ser otra cosa que lo que siempre fueron.
Françcois Mauriac
Por mucha meditación que a la Iglesia se le pida, por muchas que puedan ser las protestas contra sus formas de actuación, por muchas contradicciones que se les pueda decir que hay entre sus dichos y hechos nada les PUEDE hacer cambiar. Les sucedería como a los llamados comunistas, que en cuanto abandonaron el sentido de la bestialidad estaliniana el castillo de naipes se fue por los suelos. Ellos tienen raíces más viejas y más sólidas, pero eso no evitará que el tiempo y la progresiva liberación de la mente humana los sitúe en el lugar que debería estar el de ellos: en el rincón de los trastos viejos.
Franco fue enviado por dios, que lo hizo caudillo de España, para restablecer la consubstancialidad, la cultura tradicional española con la fe católica: Es increíble la semejanza que hay entre el comienzo del reinado de los reyes católicos y el momento actual, escribía el jesuita Feliz Olmedo en 1938: E1 mismo sentimiento religioso, la misma idea de justicia social cristiana a la española, la misma conciencia de nuestro valor, la misma fe en nuestros destinos históricos y nuestra misión civilizadora, hasta el mismo lenguaje y los mismos signos y emblemas de entonces: la España imperial, el yugo y las flechas, las águilas, todo lo mismo…”.
Este pobre animal se quedaría descansando. Los extranjeros se destornillarían de risa al constatar tanto arcaico y estupidez. Lo hemos dicho en no pocas ocasiones: serán siempre los mismos, no desean el cambio, hay que hacer con ellos como hizo el pueblo de Ucrania con la estatua de Lenin. No hay otro medio, no queda otra solución, sus raíces están sumamente corrompidas.
Continua…