Libertad García Montilla

Ya han pasado dieciséis años del siglo XXI y nada parece que vaya a cambiar para evitar y erradicar el sufrimiento, en este caso que nos ocupa, humano. De nada han servido, ni sirven, las lecciones que en la propia historia venimos escribiendo desde la noche de los tiempos. Como tampoco sirve de nada el cada vez más alto grado de “conciencia” que parece que, cada vez más, vamos teniendo. Y no sirve de nada porque la conciencia por sí sola no vale para nada, a la misma hay que añadirle voluntad y compromiso a la hora de mejorar las condiciones existentes. Hoy día estamos asistiendo a situaciones por las que se nos debería caer la cara de vergüenza. Son tantos los conflictos, todos por cuestiones económicas o de posesión del poder, actualmente vigentes en el planeta que la lista es interminable. Voy a hablar del que más nos afecta a los europeos por tener sus consecuencias a las puertas de casa, me estoy refiriendo al generado por la guerra de Siria, un país y un pueblo al que Occidente ha dejado de la mano por la sencilla razón de que no hay nada, económicamente hablando, que a su Capitalismo y Gobiernos interese. El pueblo sirio está siendo exterminado por el régimen asesino de Bashar alÁsad y por todas las facciones en conflicto. Desde el comienzo del conflicto el éxodo masivo de ciudadan@ sirios ha ido en aumento, ya se cuentan por millones. En Líbano se calcula que hay un millón de ciudadan@s sirios viviendo en condiciones infrahumanas, también l@s hay en algún otro país del entorno y otr@s han ido optando por huir hacia la Unión Europea, creyendo que Europa era su salvación y la realidad es que en la misma sólo les espera la continuación del drama que arrastran y padecen, a pesar de que la Unión Europea se llene la boca de “democracia”.

 

Esa huida desesperada del horror de la guerra ha servido para poner de manifiesto la falta de humanidad de Europa y de sus ciudadan@s. En esa huida no han dudado en ponerse en manos de unas mafias asesinas y sin conciencia humana, cuyo único fin es el beneficio, no importándoles para nada la vida de esos seres humanos. Sin conciencia l@s meten en embarcaciones que muchas veces acaban hundiéndose llevándose consigo la desesperada carga. En el año 2016 se calcula que murieron ahogados en el Mediterráneo cerca de 6000 personas (según cifras oficiales, pero que seguramente fueron muchos más). La actuación de la Unión Europea sólo tiene un nombre: RACISMO, XENOFOBIA, INHUMANIDAD, EN UNA PALABRA: GENOCIDIO. Hablan contra las mafias que ponen en peligro la vida de tantos seres humanos y ponen mucha vigilancia para acabar con ellas. Mientras tanto los gobiernos europeos cierran fronteras y el pensamiento y discurso fascista, xenófobo y racista se va extendiendo por boca de políticos de la extrema derecha europea, alguno de ellos ya instalado en el poder, como es el caso de Hungría, y otras con buenas perspectivas como Marie Le Pen en Francia. El resto de gobiernos, aunque no emplean ese discurso, dan la callada por respuesta y su actuación acaba siendo la misma. También Europa se quita el problema de encima y paga a Erdogan, presidente turco, por que acoja de retorno a ciudadanos que llegan a la Unión.

La Europa “democrática” (ya da asco la palabrita de tanto oírla en boca de toda la pandilla de sátrapas que viven a costa de los pueblos) sencillamente no conoce el significado de la palabra. Su actitud sólo nos induce a pensar que la democracia que continuamente nos quieren vender es sólo un vocablo sin sentido y sin contenido. Pero claro, pensando desde nuestra perspectiva anarquista los gobiernos y los estados hacen lo único que siempre han venido haciendo, que no es otra cosa que proteger los intereses de los que más tienen, y los que vienen de fuera, huyendo de la guerra o del hambre, no están incluidos en el selecto club de tan distinguidas “buenas personas”. El mundo rico no quiere acordarse de que su bienestar es consecuencia de la miseria que genera en otros lugares robando los recursos de los países pobres, que lo son como consecuencia de ese expolio, y que muchas veces para poder conseguir esos recursos no duda en fomentar golpes de estado e incluso inducir al estallido de conflictos armados. Pero claro está, el capitalismo y los gobiernos están cumpliendo con la misión que les corresponde como tales. L@s que no cumplen con los suyos son los ciudadan@s europe@s, que son l@s que deberían forzar la apertura de las fronteras y dar la bienvenida, el calor humano y la acogida que tod@s l@s que huyen del hambre y miseria se merecen y recibirl@s demostrándoles la solidaridad necesaria.

L@s europe@s hemos perdido la memoria, parece que todo el sufrimiento por las guerras del siglo XX no ha servido para nada. Hemos olvidado que el pensamiento que generó decenas de millones de seres human@s asesinad@s durante la Segunda Guerra Mundial se vuelve a extender por Europa. Hemos olvidado que en nuestras guerras europeas también se generaron éxodos y exilios, con los mismos sufrimientos y desesperación que padecen l@s exiliad@s de hoy. Hay una palabra maldita, que no es humana, que nos separa de esas víctimas de otra guerra: EXTRANJER@S. ¿Cómo se puede llamar extranjero a quien en el planeta Tierra nació? Sólo pueden ser extranjer@s, pero en el planeta, aquell@s que pretenden ponerle puertas al campo para dibujar líneas imaginarias en una tierra que es de tod@s. Esta situación que estamos viviendo se lleva a cabo con el consentimiento de tod@s l@s ciudadan@s europeos, que con nuestra pasividad permitimos que sucedan. De nada sirve hacer conciertos solidarios (que están bien); de nada sirve salir un día a manifestarnos solidariamente (que está bien); de nada sirve hacer donaciones a ONGs para que les presten auxilio a los que huyen de la guerra (que está bien). Lo único capaz de acabar con esta situación es acabar con esta lacra de Sistema al que nos sometemos como una manada sin dignidad ni criterio. Hay que levantarse de una vez por todas y acabar con el poder que nos oprime y nos hace malvivir en este mundo, un mundo con capacidad para sostenernos a tod@s los seres vivos que lo habitamos en igualdad de condiciones. Mientras no digamos BASTA ell@s, estados y capital, seguirán sembrando, sin pestañear, la destrucción y la muerte por doquier. A ell@s nada les importa la muerte y el sufrimiento, su cerebro y su corazón sólo conocen dos palabras: PODER Y BENEFICIO, y ante tan “santas y sabias” palabras son capaces de hacer lo que sea necesario con tal de que tengan sentido. No hace falta un ejemplo concreto de ello, la historia de la Humanidad está repleta de sus hechos y hazañas.

Sólo nos queda ponernos manos a la obra en serio y luchar cada día contra tantas injusticias y atrocidades que el Sistema Capitalista en el que vivimos nos impone. Hay demasiado sufrimiento en este planeta que habitamos como para que todavía sigamos mirándonos el ombligo y consumiendo desenfrenadamente mientras nuestro hábitat, que es de todas las especies animales y vegetales que lo forman, se va deteriorando a marchas ya no forzadas, sino forzadísimas. Y al paso que vamos la naturaleza volverá a dar otra sacudida y nos hará desaparecer, como tantas veces ha hecho a lo largo de millones de años, y ella seguirá aquí como siempre ha sucedido. Esto es algo en lo que no pensamos y debería hacernos reflexionar seriamente, pues seguimos trayendo hij@s al mundo sin pensar a qué mundo les hacemos venir y qué futuro van a tener.

Estamos en un momento en que cada vez ES MÁS NECESARIA LA REVUELTA Y LA PROTESTA CONTUNDENTE Y CONTINUA. Cada vez más, LA PANDILLA DE ASESINOS Y GENOCIDAS,CON TOD@S SUS BUFONES, QUE MANEJAN LOS HILOS Y LA VIDA DEL PLANETA ESTÁ MÁS DESCEREBRADAy en nada tienen que envidiar A Adolf Hitler, su modelo. No hay que fiarse porque por sus intereses serán capaces de liarla de nuevo y comenzar un conflicto mundial otra vez. No lo descartemos y luchemos porque ello no sea posible. Sólo la unión y la solidaridad entre los diferentes pueblos hará posible la situación capaz de dar la vuelta a la tortilla y mandar al poder y el beneficio al único lugar que le corresponde y se merece: bajo tierra y con toneladas, envenenada, de tierra para que no vuelva a florecer.

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