Teresinka Pereira

Tal es el caso que tomo para analizar como que, por medio de elecciones supuestamente democráticas, países como Irán y Egipto se transformaron en dictaduras islámicas totalmente corruptas que violan los derechos humanos.

Irán, que antes era Persia, fue invadido por los moros en el 642, los cuales introdujeron allí el califato y el islam. En 1979, este país pasó a ser problema internacional por la crisis de los 52 rehenes en la embajada americana. Después de un año, y muchas negociaciones gubernamentales, los rehenes americanos fueron liberados. Eso contribuyó para el cambio en el gobierno del Irán. El shah fue depuesto y el poder más alto en el país pasó a ser el Ayatollah Sayed Ali Khamenei, Líder de la República Islámica del Irán. Mahmoud Ahmadinejad fue elegido en 2005 como presidente y cuatro años después fue vencedor en las nuevas elecciones. Muchas protestas ocurrieron entonces, y la gente en la calle decía que Mir Hossein Moussavi, el candidato de la oposición, había perdido las elecciones porque ésas estaban controladas por el gobierno.

Entonces empezó la verdadera corrupción, el totalitarismo, el sufrimiento del pueblo. Durante las primeras horas de las protestas, el 20  junio de 2009, mucha gente fue castigada, incluso una muchacha, llamada Neda, fue asesinada en la plaza. Una bala vino de arriba, desde donde se ocultaba una milicia cobarde y penetró su corazón. Neda, con su velo de obediencia en la cabeza, se tornó mártir porque creía en su derecho de libertad de expresión oral.

Sin embargo, Neda fue la única víctima. Empezaron aquél mismo día las detenciones de los periodistas iraníes y extranjeros. También se detuvo a 70 profesores universitarios y el grupo de Zhila B. Ya, miembro de la “Campaña Un Millón de Firmas” y directora de la website de la Asociación de Mujeres del Irán.

En el caso de Egipto las protestas empezaron porque el Parlamento egipcio no tenía relaciones con el presidente y lo consideraba como un dictador. Muhammad Hosni Mubarak fue presidente de la República Árabe del Egipto durante 40 años y era mantenido en el poder por la conveniencia política y económica de los Estados Unidos. En 2011, después de una semana de protestas en el Cairo, el día 10 de febrero, él compareció ante la nación para anunciar que había delegado sus poderes al Vice Presidente Omar Suleiman. Al día siguiente, él dimitió y el Vice Presidente Omar Suleiman entregó el gobierno del país al Consejo Supremo Militar, bajo el mando del Ministro de Defensa Mohamed Hussein Tantawi. Un comunicado del ejército anunció que las Fuerzas Armadas no deseaban sustituir la legitimidad del pueblo y que pronto anunciarían medidas para la fase de transición gubernamental. Hubo elecciones y Mohamed Morsi (de la Hermandad Musulmana) fue el vencedor. Todo parecía normal, cuando el pueblo se dio cuenta de que Mohamed Morsi traicionaba los ideales de democracia del pueblo en favor de su Hermandad Musulmana  regresó a las protestas en la calle.

Las mujeres son siempre las primeras y las más perseguidas y torturadas en los países islámicos. Las noticias internacionales han presentado a la periodista Mona Eltahawy como la víctima de la nueva dictadura militar islámica en Egipto. Ella ha sobrevivido a la prisión y a las torturas y sigue denunciando lo que pasa en su país. En una entrevista para la Smithsonian Review ella dijo a Ron Rosenbaum:

“Es muy peligroso para el pueblo de Egipto estar protestando ahora. Todos los que están denunciando el gobierno, el militarismo y la Hermandad Musulmana han sido arrestados, torturados y echados desnudos en el desierto. El nuevo gobierno es igual que el antiguo dictador, y peor aún, porque nosotros hemos votado por él.”

            La historia de Mona Eltahawy es increíblemente cruel, y sirve para dar un ejemplo de las atrocidades que ocurren con las mujeres en los países musulmanes. El 18 de noviembre de 2011, nueve meses después de la salida de Muhammad Hosni Mubarak y cuatro después de la elección de Mohamed Morsi, Mona Eltahawy se juntó a los que protestaban contra los cambios en la constitución ordenados por el nuevo presidente, que llevaban la condición de la mujer a un plan todavía peor que el del gobierno anterior. Estaban los que hacían la protesta pacífica en la Plaza Tahrir y en la Calle Mohamed Mahmoud cuando los militares llegaron golpeando violentamente, echando gases lacrimógenos y disparando sus fusiles Ella intentó resguardarse en una tienda, pero la siguieron y cinco policías militares la golpearon con bastones, le quebraron los brazos, la echaron por tierra, le sacaron la ropa y la asaltaron sexualmente. Después la llevaron al Ministerio del Interior, en donde las torturas siguieron hasta que, por intervención del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de los grupos de defensa de los derechos humanos, la dejaron libre.

            También los niños son siempre vulnerables a los abusos que la miseria y el fanatismo religioso trae con su autoritarismo. En los países de dictadura islámica hay mucho tráfico de niños. Y no es solamente para llenar las escuelas de soldados mujahedenes, que son los guerrilleros santos, es también para traficar con drogas, prostitución y esclavitud. Son principalmente las muchachas las víctimas del tráfico de esclavas. Sin embargo, cuando la culpa de prostitución o de adulterio recae en la persona de una muchacha su castigo es terrible. Hace unos pocos meses vino, a través de las “acciones urgentes de la Amnistía Internacional, una noticia de Irán que nos confirma la barbarie que todavía se practica en los países islámicos en la actualidad. Según estos reportes, una joven llamada Maryam Ayoubi, y otras más, antes que ella, fueron apaleadas y después apedreadas hasta la muerte en la prisión de Evín.

            Amnistía Internacional siempre trae casos de muchachas que sufren la crueldad de la ley Sharia musulmana después de ser violadas, como la historia de Leyla Mafi, que a los ocho años de edad, cuando todavía era una niñita, fue violada por un familiar. Después de eso, aunque su madre lo supiera, la dejo sola y fue violada por varios otros hombres de la familia. Leyla Mafi fue clasificada por la asistencia social como retardada mental, pero no le dieron ninguna ayuda, ni tampoco esto sirvió para aminorar su situación de criminal ante la ley Sharía. La familia fue presionada a echarla de la casa y Leyla tuvo que vivir en la calle y dedicarse a la prostitución para no morir de hambre. Condenada a recibir  99 latigazos y enseguida, la muerte, la Suprema Corte de Irak estuvo de acuerdo en hacer un nuevo juicio y disminuir la sentencia, después de miles de protestas internacionales.

            En la frontera del Pakistán y Afghanistan una muchacha de 15 años ha sido una de las víctimas del islamismo: Malala Yousafzai. Un talibán entró al autobús en el cual ella viajaba y le disparó un tiro para darles una lección a las muchachas que iban a la escuela y pretendían recibir una educación. Malala no murió y su determinación la transformó en un símbolo de coraje para más de 61 mil niñas de origen islamita que sueñan con poder ir a la escuela algún día y hacerse profesionales.

            Por esas cosas es que la periodista Mona Eltahawy, que tiene doble nacionalidad (americana-egipcia) se hizo feminista y se dedicó a defender a las mujeres islamitas en cualquier parte del mundo.

            Otra periodista que se ocupa siempre de defender a la mujer es la brasileña Ilma Fontes, quien ha afirmado en su editorial de O CAPITAL: “Toda mujer tiene en sí misma el principio y el final del mundo. La diferencia es que algunas lo saben y otras siquiera lo sueñan”. Esperamos que las mujeres musulmanas empiecen pronto a darse cuenta de que su liberación depende, antes de todo, de su propia lucha.

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